EL RESULTADO DE UNA PRUEBA: LA PRÁCTICA DE LA CALMA EN ANCARES.

 


La paz y la calma de una jornada se expanden por toda nuestra vida, dándonos una tregua más o menos duradera que se almacena en la estantería de "paz interior" que llevamos dentro (no se si todos los seres humanos, a la vista de cómo está el mundo).


Una contribución a esa paz y sosiego, la hicimos el sábado en nuestro recorrido por Ancares. No fue una ruta, ni una actividad consciente, ni turismo verde. Fue todo eso y mucho más. Una jornada dedicada a la paz y al sosiego.

Salimos con calma de Betanzos, en un solo coche. Compartimos durante el viaje la alegría del reencuentro, nos pusimos al día, incluyendo el paisaje de nuestras inquietudes. Y paramos a tomar un café en San Román de Cervantes, en el hotel Casa Belón,  donde pudimos conocer a la gente que lo lleva desde hace muy pocos días.

Continuamos por la carretera de Degrada, disfrutando del paisaje primaveral y de las vistas que se presentan, identificando las montañas que se van viendo y recordando rutas por cada una de ellas.

Entre Degrada y Piornedo, nos sumergimos en el bosque y sus historias, las que hemos vivido y las que nos han contado. Y así llegamos, con la calma instalada en el cuerpo, a Piornedo.

La ruta del bosque de los árboles maravillosos.











También la podríamos llamar "la ruta de los árboles irretratables", pues la grandiosidad del lugar hasta ahora nunca hemos conseguido reproducirla en nuestras fotos.

Unos 5km de belleza afrontados con calma, con el silencio de quienes comparten un momento de comunión con el grupo, con el entorno y con nuestras interioridad. Con un silencio en el caben las palabras que acentúan y profundizan esa interrelación. 

Nos dio tiempo antes de comer a disfrutar de los rincones que el entorno inmediato de Piornedo nos ofrece: los bancos con crédito ilimitado a las grandes vistas y las rocas que los acompañan y de las que tenemos grandes recuerdos.








Comida en la Cantina Mustallar, como siempre, un placer.

Y seguimos el viaje, con una parada que nunca habíamos hecho, por ir con prisas, en el hermoso mirador que hay camino de Navia de Suarna y que cuenta con un monolito, cuando menos curioso (ahí lo dejamos)








Y de nuevo el lujo de la calma, ejercido esta vez en Navia de Suarna, donde paramos a disfrutar del puente medieval, el hórreo más alto del mundo y los panes y dulces que allí se hacen.






Regreso a Betanzos, sin prisas ni agobios. Y fin de una jornada de disfrute, en la que una de las rutas más bonitas de Ancares, y sin duda la que mejor relación tiene entre disfrute/esfuerzo tiene, nos sirvió de excusa para hacer un verdadero viaje a Os Ancares, sí, pero sobre todo a las fuentes de la paz y de la calma que hay en nuestras vidas, y que se vieron alimentadas por lo que hicimos y sobre todo, por como lo hicimos.

¡¡Gracias a todas las participantes!!

Repetiremos esta actividad (que apenas anunciamos por ser una prueba).

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